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el Uruguay interior

25 avril 2015

La Charqueada - Melo

Al otro día, después de un desayuno digno de un buen hotel, servido en el parador de La Charqueada, levantamos campamento y pusimos rumbo a Vergara por la Ruta 91, de balasto fino, con buen clima pero sabiendo por los pronósticos que nos íbamos a encontrar con la tormenta de la madrugada más adelante. El camino discurre entre arrozales, con puentes bajos sobre una gran cantidad de cursos de agua, siendo estos puentes anegadizos y por ello en épocas de lluvia, intransitables. Asimismo permite el traslado de la producción arrocera hasta los grandes silos de Saman en Vergara, donde son secados y embarcados por ferrocarril hacia Montevideo para la exportación.

Decidimos visitar, a partir de Vergara, una serie de estaciones ferroviarias, construidas en 1936 cuando se tendió la línea del noreste desde Treinta y Tres hasta la frontera con Brasil. El ferrocarril sufrió, en 1988, la supresión del servicio de pasajeros. Este fue uno de los coletazos del plan Larkin, diseñado allá por los años 50 en los Estados Unidos, para el desmantelamiento de las redes ferroviarias latinoamericanas con el fin de fomentar la industria petrolera a través de incentivos al transporte carretero. Muy bien ejecutado por los políticos de turno, se privó al país de un medio de transporte barato, tanto para personas como para cargas. Éstas disminuyeron drásticamente con el correr de los años, con la excusa de que la inversión para su recuperación era muy grande, mientras se invertía en carreteras cada vez más inseguras.

Hoy, la gran mayoría de las estaciones del país se encuentran abandonadas, cuando no demolidas, o en muy mal estado. La estación Vergara no es la excepción, aunque se encuentra en uso pero no para la población de la ciudad que cuenta con 3800 personas. Siguiendo por la Ruta 18 rumbo noreste, la próxima población y estación es Rincón, en ese momento la última activa de la línea, donde se encontraban los "alojamientos" y talleres de la cuadrilla que estaba reacondicionando el puente sobre el río Tacuarí, dañado hace ya un par de años y por ende la vía cortada hacia el norte, vale decir que la producción de arroz ve limitada su salida. Los plazos de reparación de vías en este país son asombrosos, no importa lo que esté en juego. La estación Rincón está en uso por el municipio local y muy bien mantenida.

Más adelante, al otro lado del Tacuarí, nos encontramos con el pueblo Plácido Rosas, conocido hace unos años por una gran tormenta de granizo que destrozó los techos de las casas del lugar. Buscamos la estación que está en las afueras y con encontramos con un alambrado que cortaba el acceso por el trillo paralelo a las vías. Entramos y al cruzar un pequeño arroyo, nos encontramos con el basurero del pueblo, una gran acumulación de desperdicios sobre el arroyo, una muestra de una clara falta de conciencia ambiental por parte de los pobladores. Hacia adelante un desierto, un trillo hacia un sitio ferroviario totalmente abandonado, en ruinas, que servía para refugio de ovejas. Esto es estación Paso del Dragón, que debe su nombre a un antiguo soldado del regimiento de Dragones que se estableció en esa zona.Estación Getúlio Vargas - Línea Río Branco

Para llegar a la próxima estación hubo que apartarse bastante de la ruta por un balasto firme, llegando a Getúlio Vargas, una pequeñísima población con sus casas en regular o mal estado y donde evidentemente se vive del arroz y del ganado. Su estación, en bastante buen estado, es usada por la escuela primaria del lugar ya que su edificio está en muy mal estado. El conjunto ferroviario, si bien semi abandonado, se encuentra completo, con sus grandes galpones, tanque de agua, cigüeñas, etc.

De allí hasta la ciudad de Río Branco, donde almorzamos bastante después del mediodía y visitamos el puente Mauá, frontera con Brasil. Una obra de los años 30, muy interesante de ver como se resolvieron los accesos sobre las orillas bajas del río Yaguarón. Sin perder más tiempo, salimos rumbo noroeste por un camino de balasto/arena que se acerca al río Yaguarón. Conduce al poblado Uruguay, un conjunto de casas con su pequeña chacra, construido por la Comisión Nacional de Damnificados en la década del 60, debido a los daños de las inundaciones de 1959.

Paso sobre el Sarandí de BarcelóEl camino se va haciendo cada vez más difícil, con pasos sin calzar y en los arroyos más grandes, con algún puente de madera que hay que buscar al lado del paso viejo. Llegando a la puerta de una estancia, en medio de un paisaje desolado pero hermoso, con el Yaguarón de fondo y la tormenta al frente, decidimos continuar, ya con equipos para lluvia. Poco más adelante nos encontramos con un par de troperos que llevaban un grupo de vacunos por la "calle" por donde transitábamos -dos alambrados y pasto al medio- a los que les comentamos que íbamos a Paso Centurión. Se sonrieron y nos dijeron que "íbamos a agarrar agua". La tormenta se nos echó encima, o mejor dicho, nosotros entramos en ella. El trillo inundado, de a ratos se hacía invisible por la intensa lluvia. A veces discurría entre alambrados y vegetación, de a ratos por dentro de campos abiertos, pero siempre bajo agua.

Así nos metimos en la Sierra de Ríos, un sitio que vale la pena visitar con buen tiempo. A nosotros nos tocó disfrutarlo con agua y barro en abundancia, hasta caer en algunas oportunidades por ese mismo barro y el cansancio de la larga jornada. Las caídas provocaron alguna torcedura en el manubrio y horquilla delantera de la Yamaha, pero se pudo continuar.Sierra de Ríos

 

En un momento, sobre la derecha del trillo, al comenzar a bajar una cuesta, pudimos ver al pasar una pequeña construcción oscura y sencilla con un escudo sobre la puerta donde estaba parado el policía del lugar. El hombre no daría crédito a ver pasar un par de locos en esas condiciones climáticas y por ese camino, transitado solamente por animales y tractores.

Luego de algunas equivocaciones al tomar caminos, que nos permitieron pasar por delante de la escuela de Sierra de Ríos -un edificio prolijo y en buen estado- llegamos al paso Centurión, sobre el río Yaguarón. En este lugar están las ruinas de una antigua aduana, instalada en el lugar por ser un paso de ganado contrabandeado entre Uruguay y Brasil. Un par de edificios que servían a los efectos, todavía se yerguen en medio del monte natural, a la vera de un camino que termina allí sobre una barranca alta. Al otro lado, puede verse entre el monte, la continuación del camino en territorio brasileño.


Aduana de Paso Centurión - Cerro LargoSiendo ya la tardecita y con la luz disminuída por el cielo cubierto y la lluvia, con un gran cansancio encima, decidimos modificar el recorrido y dirigirnos hacia Melo por la Ruta 7, que era justamente el camino que termina allí en la aduana. Pasamos por la población Paso Centurión, un pueblo a lo largo del camino de balasto y, entre serranías, luego de unos 70 kilómetros, llegamos finalmente a Melo.

Allí nos dirigimos hacia un lavadero de vehículos, donde su dueño amablemente nos encendió la bomba y nos prestó el equipo para hidrolavar las motos llenas de barro rojo... y a nosotros mismos, que debido a las caídas también estábamos cubiertos de barro. De esa forma pudimos pernoctar en un hotel de la ciudad, céntrico, caro y simple, donde pudimos crear una cámara de calor en el baño, mediante un secador de pelo prestado, el aire acondicionado de la habitación y una banderola apenas abierta. Allí secamos durante toda la noche nuestras cosas mojadas, o sea todo lo que traíamos.

 

 

 

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11 mars 2015

La Pedrera - La Charqueada

 

Luego de un par de días en el balneario La Pedrera, disfrutando de sus hermosas playas, carnaval y pequeños restaurantes, pusimos rumbo Noreste por Ruta 10, dejando atrás el acceso al parque del Cabo Polonio, que, por la cartelería vemos que ha ingresado al Sistema Nacional de Áreas Protegidas.
Playa en Palmares de la Coronilla - Rocha

 

Reabastecimos las motos en Castillos y tomamos la Ruta 16 o Camino del Indio, un camino de balasto que cruza pintorescas sierras y cursos de agua, con tramos en mantenimiento y una peligrosa acumulación de material sobre el eje del camino a lo largo de varios kilómetros, todo eso bajo una lluvia intermitente. Llegando a Ruta 14, tomamos a la derecha ya en terreno plano, pasando por los bañados habitados por gran cantidad de aves de todo porte, un espectáculo digno de observarse con calma desde algún mirador a la vera del camino.

Otra vez la lluvia al tomar por Ruta 9 en La Coronilla, nos obligaba a ponernos y quitarnos los equipos de agua, pues la ruta estaba muy transitada. Nos volcamos hacia la playa en Palmares de la Coronilla, y por una inmensidad de arena, mar y bandadas de aves transitamos hasta Puimayén, por uno de los tramos más lindos del viaje.

Ya en Barra do Xuí brasileña, alcanzamos a almorzar en una “churrascaria” que estaba cerrando sus puertas. En el Chuy, además de abastecer las motos, compramos alguna tarjeta de memoria para la cámara del casco, pues ya intuíamos que iba a hacer falta espacio para el último día. De allí un ratito hasta el fuerte de San Miguel, fortaleza construida por los españoles y reconstruida por los portugueses en época colonial, se encuentra en perfecto estado, junto con el museo criollo; ambos sitios son recomendables para conocer parte de nuestra historia. Una subida a un cerro cercano, por un trillo, nos permitió una panorámica de la zona donde, además del fuerte, pueden verse el arroyo San Luis y a lo lejos la ciudad binacional de Chuy.Fuerte de San Miguel - Rocha

Retomando la Ruta 19, pasando por los pueblos 18 de julio y San Luis al Medio, entre arrozales, bañados y palmares, llegamos a la Ruta 15 –con pavimento y señalización nueva- que nos llevó hasta el pueblo Cebollatí, el más norteño del departamento de Rocha. De allí hasta el río Cebollatí hay unos kilómetros por un pintoresco y también peligroso balasto que discurre entre un monte tupido. Este camino se anega en las crecientes del Cebollatí impidiendo el acceso a la balsa, por lo que es bueno averiguar el estado del río antes de intentar el cruce.

Al llegar a la balsa nos encontramos con una larga fila de vehículos esperando cruzar el río, algunas motos y mucha gente que viene a la costa rochense a bañarse en la playa. Logramos cruzar enseguida, pues ubicaron las motos y la gente en un espacio libre. La costa del departamento de Treinta y Tres es alta, con barrancas, y cuenta con un muelle deportivo, parque, áreas de camping y cabañas para alquilar. Se trata de La Charqueada, una población pequeña pero muy agradable, cuyo nombre oficial es Gral. Enrique Martínez, pero más conocida por su nombre original que recuerda las antiguas prácticas de salado de carnes.
Puerto de La Charqueada y balsa - Treinta y Tres

Este lugar era el punto final de varios proyectos de tendido de líneas férreas, en épocas en que la Laguna Merín – muy próxima de allí- pertenecía en su totalidad a Brasil, siendo La Charqueada el sitio natural para instalar un puerto fluvial que diera salida a los productos del país. Posteriormente, tratados de límites mediante, la laguna fue dividida entre ambos países. Ni el tren ni el puerto fueron construidos.

Armamos nuestra carpa a orillas del Cebollatí, sobre la barranca, teniendo un hermoso paisaje hacia uno y otro lado, y viendo como la balsa trabajaba hasta altas horas de la noche. Cenamos en el parador cercano una tararira rellena. De madrugada se desató una intensa lluvia, sin consecuencias para nosotros pues teníamos bien armado el campamento.

 

3 mars 2015

Tabaré - La Pedrera

Salimos temprano de casa de Daniel y aprovechamos para tomar algunas fotografías de la abandonada estación Tabaré. Tomamos la Ruta 14 –de balasto- por la cuchilla de los Molles rumbo a Nico Pérez, donde llegamos poco antes del mediodía. Fuimos directamente a visitar las instalaciones ferroviarias, que cuentan con muchos elementos de interés. Establecidas como punta de línea en 1891 por el Central Uruguay North Eastern Extension
remesa-nico-perezRailway, cuenta con una casa de máquinas semicircular, con su mesa giratoria al centro, una bonita estación, casilla de señales sobre el empalme a Río Branco, restos de antiguos vehículos de diversos orígenes. En 1909 la línea continuó a Melo con intenciones de alcanzar el paso Centurión, sobre el Yaguarón, donde nunca llegó. En 1936 se hizo el empalme hacia Río Branco, aún activo –hasta Rincón por el momento- y por donde sale la gran producción arrocera de la zona. Johnatan, un chico que se acercó en su bicicleta, hizo de guía improvisado, indicándonos lugares para ver. También nos recibió el Sr. Coitinho, responsable de la Remesa.

Después de un par de chivitos "light" según el cocinero del local de José Batlle y Ordóñez, localidad perteneciente a Lavalleja que forma una única población con Nico Pérez, abreviamos camino por Ruta 7 hacia Illescas donde encontramos la estación ferroviaria y galpón en uso por personal ferroviario dedicado a la reparación de vías. El poblado es pequeño y como muchos otros, con muy poca gente a la vista. A un par de kilómetros al Sur, entramos –previa consulta y permiso- en un trillo que nos llevaría a nuestro primer encuentro con una construcción muy frecuente en la zona: en una antigua estancia en un cruce de trillos, una extraña estructura completaba su fachada Sur. Se trataba de un frontón de pelota vasca.

estancia-con-fronton

A medida que fuimos avanzando en dirección Sureste nos fuimos encontrando con más frontones, como en el particular poblado Ladrillos, adosado a lo que parecía ser una iglesia. En este pequeño pueblo se ven construcciones de todo tipo, desde antiguos ranchos de adobe hasta casas nuevas de mampostería, en un grupo heterogéneo disperso a lo largo del camino. Fue inútil intentar entablar una conversación con el único habitante con el que nos cruzamos, el que estaba recogiendo agua del arroyo, llenando unos tachos dentro de una carretilla; evidentemente padecía algún tipo de problema mental. Llegamos a la Ruta 40 en el paraje Manguera Azul donde solamente su escuela da fe de ello. Más al Sur, en Polanco hay viejas canteras de mármol. Para llegar a este lugar se desciende interminablemente por una gran cuesta, desde la cuchilla del mismo nombre.

Abandonando la Ruta 40 hacia la izquierda, después de Polanco Sur, alcanzamos el paraje Barriga Negra, continuando hacia Tapes Grande, donde una vez más nos encontramos con un gran frontón. Alternando entre caminos y trillos, con aves rapaces sobrevolándonos a menudo, llegamos a la Ruta 8, donde pusimos rumbo Sur hasta Mariscala. En la estación de servicio pusimos nafta y lubricante en las transmisiones mientras escuchábamos el relato de unas jineteadas que se estaban haciendo en un predio cercano. Salimos rumbo al Paso de la Arena sobre el arroyo Aiguá y posteriormente encarar la parte alta de la sierra de Sosa, donde se encuentra el parque municipal de Salamanca. Bajamos la sierra por un camino vecinal y tomamos la Ruta 13 hacia el Suroeste hasta otro trillo que nos dejó en la fantástica Ruta 109, que recorre una de las zonas más bonitas del país.

sierra-garzon

Las vistas serranas se sucedieron por muchos kilómetros, lo que nos obligaba a parar para apreciarlas mejor y tomar fotografías. Por un camino a la derecha, nos internamos en la sierra de Garzón, dejando atrás los cerros más altos del país. En esta zona se está construyendo otra granja eólica para producción de electricidad, rubro al que el país está apostando fuertemente. La llegada a Rocha, desde las alturas próximas, nos sorprendió gratamente al encontrar una ciudad muy limpia y cuidada. Allí nos encontramos con un amigo que nos ofreció alojamiento por la noche en una casa donde se aloja gente que trabaja en la construcción.

Al día siguiente, una vez hecho el mantenimiento de rigor a las motos (filtros y transmisiones), bajo una lluvia persistente pusimos rumbo a La Pedrera, donde llegamos poco después de mediodía. Allí nos alojamos en un hostel con buenas comodidades, donde se desarrollaba una "guerra" de agua en el patio interior –no olvidemos que el carnaval en La Pedrera es famoso y transcurre en todo el balneario-. Esa noche todo el mundo se encontró en la calle principal, disfrazado o no, para bailar y divertirse.

 

27 février 2015

Salto - Sarandí del Yí

 

Aún de madrugada, llenamos los tanques de combustible y salimos de Salto rumbo Sureste, haciendo nuestros primeros 7 km de asfalto por Ruta 3 hasta entrar en el camino de Tierras Coloradas, ya en el departamento de Paysandú.

Con precaución debido a la escasa luz del incipiente amanecer, circulamos por un camino de sierra baja, bastante cambiante en su superficie, alternando piedra, arcillas y arenas. A pesar de eso no se pudieron evitar algún par de despistes sin consecuencias. Por suerte estaba seco, porque este camino con lluvia resulta bastante difícil de transitar.

A 30 km, una breve parada al lado de la escuela del pequeño pueblo Bella Vista, construido por MEVIR en una zona de estancias y forestación. De ahí en adelante, las plantaciones de árboles van tomando cuenta del paisaje. La solitaria escuela de Carumbé motiva una fotografía con su alegre mural torresgarciano en su fachada.

Una vez en la bifurcación de Tres Bocas, hicimos el primer desvío erróneo hacia el Este. Retomando la dirección Sur y luego nuevamente hacia el Este, entramos en un campo forestado parcialmente, hasta alcanzar una portera sobre el camino hacia Puntas de Gualeguay, sobre el kilómetro 92 de la Ruta 26. Allí, en el parador al lado de la vieja estación de combustibles ya cerrada, pusimos nafta –almacenada en bidones- e hicimos un desayuno-almuerzo. Un veterano motociclista brasileño apareció en su HD rumbo a Buenos Aires.

Casi 70 km más adelante, por la aburrida Ruta 26, luego de cruzar el Queguay chico, en la escuela Paso Castell de Corrales, giramos hacia el Sureste por un camino de balasto que poco a poco se transformaba en trillo y que nos llevó hasta el arroyo Blanquillo. ao-blanquilloAquí la primera dificultad, al encontrarnos con que, más de la mitad de la antigua calzada que cruzaba el cauce, había sido llevada aguas abajo por sucesivas inundaciones. Por suerte había una variante hacia el Norte, que unos 20 km después, haciendo una U invertida, nos dejaba del otro lado, después de cruzar el Queguay grande.

Piedra Sola, en el límite entre Paysandú y Tacuarembó, nos recibió apenas pasado el mediodía, aunque ya tarde para abastecernos en la estación de combustibles. Un poblado formado alrededor de sus dos estaciones ferroviarias -Piedra Sola y Gloria- de las que sólo queda la primera, casi desierto al calor del mediodía, con sus gentes seguramente almorzando en sus casas. En un almacén encontramos nafta y algunas frutas, además de la habitual charla con los lugareños, que permite conocer algo del lugar en los breves momentos de paso.

Una recorrida por las instalaciones ferroviarias del antiguo Central Uruguay Railway, que tiene sus vías en uso, nos mostró una típica estación construida en piedra en 1890, año en que se construyó la extensión Norte desde Río Negro a Rivera. El hecho de que la estación fuera cerrada cuando murió su jefe y único operario, muestra el deplorable estado del sistema ferroviario uruguayo, donde la falta de inversiones, a favor del sistema carretero, quita al país una herramienta clave para el traslado de cargas a menores costos.

El pedregoso camino hacia el Sur, Tacuarembó adentro, nos llevó hasta la Ruta 5, a la altura de estación Pampa, abandonada, donde tomamos un trillo al lado de la vía, que paulatinamente fue desapareciendo, hasta que el arroyo Cardozo nos detuvo. La suerte estaba de nuestro lado pues el puente ferroviario había sido reemplazado por uno de hormigón, por lo que la vía estaba sobre la capa de balasto y no solamente sobre durmientes. Subimos a la vía y cruzamos, para así llegar a Achar por un rumbo poco habitual, entre pastizales. Para ahorrar tiempo, tomamos la Ruta 43 hasta San Gregorio de Polanco.

Una rápida visita a sus campings en la península, nos permitió ver sus hermosas playas. Es un sitio muy visitado pero donde no es fácil encontrar una gastronomía aceptable.

balsa-de-oribeVolviendo hacia el Norte y girando a la derecha llegamos tocando bocina a la balsa de Oribe, que estaba a punto de zarpar con un camioncito hacia la orilla duraznense del río Negro. El camionero, muy locuaz, nos tomó algunas fotos además de preguntarnos sobre nuestro viaje. Rápidamente tomamos el camino a La Paloma, poblado de la zona Noreste del departamento de Durazno con historias de las guerras civiles del inicio de la república, donde se dice que se asentaron antiguos esclavos del Imperio del Brasil, liberados por Manuel Oribe a cambio de servir en sus ejércitos.

A la salida del pueblo, a algo más de 2 km, se encuentra la estación Islas de La Paloma –ex km 296- de la abandonada línea ferroviaria de fomento que se construyó entre 1933 y 1954 con la intención de aportar al desarrollo de una amplia zona que carecía, y aún carece, de comunicaciones adecuadas. Otro despilfarro de posibilidades, de excelente material de vía por más de 200 km, tapado por la maleza. La estación y su galpón, de grandes dimensiones y excelente construcción como la mayoría de las de la línea, daba muestras de encontrarse habitada aunque no encontramos a nadie en el lugar.

Por un callejón hacia el Sur, nos encontramos sin aparente salida ante un casco de estancia. Un hombre en un tractor se acercó al rato y nos dijo que no podíamos seguir por el camino que teníamos marcado – otro callejón entre campos- porque había un bañado intransitable al frente, “sólo para caballos”. Esa frase ya la hemos oído muchas veces, así que decidimos hacerlo igualmente. Costó algunas vueltas por el campo hasta lograr cruzar algunos pasos que nos pusieron nuevamente en rumbo. El que sí nos detuvo, fue el arroyo Cañas, donde no hubo forma de pasar por ser muy barroso, ancho y profundo. De todas formas nos recompensó una entrada al campo aledaño al paso, llegando hasta la vía férrea abandonada y encontrándonos con un inmenso puente metálico que data de 1950, año de construcción del tramo.

puente-ferroviario-ao-cañas

Dando un rodeo que nos llevó por San José de Cañas, lugar elegido por Mario Delgado Aparaín para ambientar su libro “Por mandato de madre”, llegamos finalmente a Blanquillo, donde reabastecimos las motos y tomamos la decisión de abreviar el camino por rutas más directas hasta Sarandí del Yí debido a la proximidad de la noche. Continuamos por Ruta 43 hasta Puntas de Malbajar –donde hay una estación de servicio- y Ruta 6 hasta Sarandí del Yí, una pequeña ciudad con los servicios básicos y cuna de los raídes a caballo.

Nuestro alojamiento fue la casa de Daniel, sobre la abandonada estación Tabaré –antigua La Palma- cruzando el río Yí, ya en el departamento de Florida. Un hermoso lugar donde funciona un salón de fiestas que esa noche estaba a pleno. Habíamos recorrido más de 400 km, de los cuales, más del 70% fue balasto y trillos.

 

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